Tokio desesperado por empezar sus juegos olímpicos

 

Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se han empeñado en llevarse a cabo. Desde los organizadores japoneses hasta el Comité Olímpico Internacional (COI) buscan dar un mensaje de que el mundo sigue adelante después de la sacudida que significó la pandemia de Covid-19. Es, en palabras del propio COI, la luz al final del túnel luego de la repentina parálisis a la que se obligó el mundo.

En medio de una desesperada campaña mundial de vacunación y con el tiempo en contra, Tokio 2020 serán unos Juegos completamente anormales, pero si con un mensaje de esperanza, resiliencia y de seguir adelante para un mundo que necesita volver a encontrar razones para divertirse, sentirse representado, inspirado y, en algunos casos, orgullo de ver a sus deportistas triunfar.

Los Juegos de Tokio, que comenzarán el próximo 23 julio, no tendrán público extranjero en las gradas, contarán apenas unos 500 voluntarios del mundo que hagan labores imposibles para los residentes japoneses como hablar algún idioma en específico, los atletas tendrán que llegar máximo cinco días antes a la villa de atletas y se irán apenas 24 horas después de su última prueba, además la emblemática ceremonia de inauguración verá reducido el número de deportistas que desfilen.

No habrá espacio para el turismo ni los conciertos masivos de noche, los duelos de porras en las explanadas y los festejos en bares y restaurantes después de ganar una medalla serán una historia del pasado. Serán unos Juegos sin el juego y la felicidad del triunfo, sin la lamentación de la derrota. Pero, por sobre todas las cosas. sucederán.

Bajo estas circunstancias, ¿cuál es la razón para hacerlos? ¿Los compromisos comerciales? En parte. El COI reportó que para Roma 1960, los primeros Juegos Olímpicos en que vendió derechos de televisión, recibió 1.2 millones de dólares. Para Río 2016, recaudó 2 mil 868 mdd.

Los derechos de televisión son el principal legado económico de los Juegos, el sustento del COI y del deporte mundial porque de ahí se reparte a las diferentes federaciones y comités olímpicos nacionales. Perderlos significa dejar de fondear al deporte por tres años más, y en algunos casos sentenciarlos a casi desaparecer.

Pero también el olimpismo se ha empeñado en mandar mensajes simbólicos, como ha sido este movimiento desde su origen. El 12 de marzo de 2020 el fuego se encendió en la legendaria ciudad de Olimpia, Grecia, y el día 20 llegó a Japón. Cuando el mundo cerró sus actividades, Tokio 2020 anunció que el fuego olímpico sería resguardado en casa y significaría “la luz al final del túnel”.

Bajo ese concepto han trabajado en los últimos meses. La luz al final del túnel significa, para el COI y el Comité Organizador de Tokio 2020, la capacidad de volver a reunir a deportistas de más de 200 naciones y ponerlos a competir. Significa más horas de transmisión en televisión y plataformas digitales. Significa simplemente jugar, competir, llevar a cabo las pruebas y demostrar que Japón fue la sede del resurgimiento del planeta y del deporte, como hace décadas fueron los Juegos de Londres 1948 después de la II Guerra Mundial.

Ese mensaje también tiene tintes geopolíticos. Japón, una potencia mundial, no puede dejar pasar la oportunidad porque la próxima gran cita deportiva será en su rival asiático China, con los Juegos Invernales en febrero de 2022. Entonces si no lo hace Japón, lo harán sus históricos rivales chinos, y eso es algo que los nipones no se pueden dar el lujo de permitir.

Por eso los Juegos hay que hacerlos, aunque eso signifique que Japón deje de ganar. En 2019, el país recibió 18 millones de visitantes en un año, y esperaba recibir 10 más en el año olímpico. Ahora, sin permitir el ingreso de extranjeros a su país, esa cifra es impensable y eso significa muchos dólares menos porque los países sede obtienen dinero a partir del turismo extranjero y la venta de boletos, mayoritariamente. Ahora ninguno de esos rubros le entregará recursos a Japón, que de por si ya gastó casi 3 mil mdd extra por el aplazamiento de las competencias.

Así es como Japón comenzará este 25 de marzo el recorrido del fuego olímpico por sus 47 prefecturas. Iniciará en Fukushima, la ciudad que hace 10 años sufrió el Gran Terremoto del Este de Japón y luego de generó un tsumani que resultó devastador, sin olvidar el accidente nuclear.

Esa ciudad será subsede del futbol, el beisbol y el softbol durante los Juegos Olímpicos, y con ello Japón busca mandar el mensaje de que tiene una región revitalizada después de la tragedia, el mismo mensaje que ahora necesita el mundo.

No solo eso, en la región este de Japón se han cultivado la mayoría de las flores que les darán a los medallistas olímpicos en el tradicional ramo cuando les entreguen sus preseas. También se han creado unos monumentos de la recuperación a partir del deporte, grandes estatuas en las que los deportistas olímpicos podrán dejar un mensaje de solidaridad para los habitantes que una década antes fueron devastados por la naturaleza.

Así que Tokio 2020 serán los Juegos en los que Japón demostrará que se habrá recuperado una década después del tsunami, y también en los que el mundo podrá empezar a reinventar su nueva normalidad.

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