Tercera derrota consecutiva del Barcelona
El Barça nunca había perdido tres partidos consecutivos en una temporada como local en el Camp Nou… Hasta que el Rayo le venció por 0-1 y se sumó a Eintracht y Cádiz. El socavón azulgrana, terrible, amenaza con un final de temporada desastroso, en el que ya no se sabe si aspira a la segunda posición o a la cuarta. Menos aún sabe si viene o va.
Deambula sin rumbo el Barça, descarnado desde su eliminatoria contra el Frankfurt y desquiciado a cada partido que pasa, ocupado en protestar desesperado, como en minuto 89 cuando Catena empujó a Gavi y el más que posible penalti provocó una estruendosa protesta generalizada… Como si antes no hubiera sido el propio equipo de Xavi el que completase una noche horrible.
La primera mitad fue un cúmulo de desastres en azulgrana. Salió con ganas, enchufado y vertical el Barça pero encontró un Rayo respondón, con la línea muy alta, presionando arriba y, calmado tras su victoria frente al Espanyol que poco menos le asegura la permanencia, atrevido. Tanto como afortunado puesto que en su primera llegada al área de Ter Stegen, a los diez minutos, Álvaro logró el 0-1 que congeló el ánimo del Camp Nou.
Congeló el ánimo de los poco más de 57 mil aficionados que se dieron cita en el estadio y, también, rompió los esquemas y plan del equipo de Xavi, que poco a poco se fue desconectando del juego colectivo y entregándose a las carreras sin ton ni son de Dembélé, la pelea de Gavi y el desespero de Busquets, impotente de mantener la personalidad de un Barça cada vez más descompuesto y nervioso.
El Barça, lo ha dicho por activa y por pasiva Xavi en una frase que sin ser suya es certera desde hace muchos años, no suele ser un equipo que gane sus partidos, y menos aún remonte marcadores adversos, a través del asalto, de la épica y del ataque descontrolado. Lo hace, lo hizo y se supone debe seguir haciéndolo, por medio de su fútbol. De la combinación, la posición, la paciencia y la superioridad técnica que se le supone enfrentado al 90 por ciento de rivales a los que se enfrenta…
Pero este es un Barça débil, todavía en construcción y demasiado expuesto a los golpes ante los que le cuesta responder. Se recuerda aún la cantinela del “ellos se lo han buscado” cuando un rival del montón era capaz de marcar primero en el Camp Nou, porque la remontada se daba por hecha y hasta se especulaba con la goleada. Tiempos pasados, cada vez más remotos cuando hoy Xavi proclama que marcar primero “es importantísimo”, revelando que si su equipo se ve por debajo en el marcador se enfrenta a una montaña imposible, o casi, de escalar.
Las protestas contra el arbitraje, contra las pérdidas de tiempo del Rayo y contra todo, mezcladas con los cánticos de una grada de animación cuyos integrantes no parecían estar demasiado atentos al juego, convirtieron el partido en un querer y no poder del Barça, incapaz de nivelar el marcador en el primer tiempo e histérico por hacerlo tras el descanso.
Antes se anuló, con acierto, un gol a Ferran por fuera de juego y después Dimitrievski se fue creciendo bajo los palos para desespero azulgrana, cada vez más previsible y nervioso. Entró primero Memphis, quien erró un gol insólito, y le acompañaron después Adama y Luuk de Jong, recibido como un héroe.
Encaró así el Barça la recta final con desespero, sin plan y cuatro delanteros para buscar de cualquier manera un resquicio con el que, al menos, evitar la derrota. Estuvo cerca Memphis a los 79 minutos, con un lejano disparo que rechazó Dimitrievski y convirtió la recta final en un abordaje histérico, en el césped y las gradas, con el Rayo jugando con el tiempo (perdiéndolo con descaro) y el Barça sin saber por dónde encontrar la portería.
Y se acabó el drama. Protestando un más que posible penalti a Gavi en el minuto 89, jugándose a nada hasta el 100 (la nueva moda de alargues eternos), la grada de animación cantando… Y el Barça enlazando, por primera vez en la historia, tres derrotas en una misma temporada en el Camp Nou.