PSG le da una paliza a el Barcelona
BARCELONA (Jordi Blanco, corresponsal) — El Barcelona descubrió de pronto que Europa es otra cosa, que el PSG es un león muy fiero y que conquistar una plaza para los cuartos de final de la Champions será poco menos que un milagro. Derrotado por 1-4, derrumbado en su moral y en su orgullo, comprobó que, como mucho se temía, aspirar a algo en el torneo continental era una ilusión utópica. Descabezado en el primer minuto y entregado a partir del segundo gol de Mbappé, no tuvo, nunca, el control de un partido siempre controlado con toda comodidad por un rival que jugó como quiso.
El “no estamos para ganar muchas cosas” que hace algunas semanas aventuró Ronald Koeman se convirtió en una dramática realidad. Imposible de plantar cara, se arrodilló a la peor goleada que se recuerda en el Camp Nou desde que el aplastase por 0-4 el Dynamo Kiev en 1997. Sin más. IMposible de discutir.
Tuvieron los de Pochettino las mejores ocasiones y aguantó el Barça hasta que le mantuvo en pie Ter Stegen. A la que el crack francés marcó el 1-2, todo se cayó como un castillo de naipes y quedó clara la diferencia entre los dos equipos. Rápido, supersónico, avisó ya Mbappé, obligando a una salida desesperada del meta local en el primer minuto que aventuraba una noche dramática.
La presión del equipo francés rompió el centro del campo azulgrana, y sin balón fue casi un juguete, apareciendo solo a impulsos, empujado por las ganas de Pedri o la velocidad de Dembélé para mantener el tono, pero globalmente la diferencia entre unos y otros se pudo ver desde muy pronto.
Pareció que el 1-0, transformado un penalti de Messi cometido por Kurzawa a De Jong, pudiera darle aire al Barça y hacer cambiar el guión al PSG, pero nada de ello sucedió. Mantuvo el ritmo el equipo francés y no tardó en igualar, en un pase soberbio de Verratti sentenciado por Mbappé, prodigioso en el recorte a Lenglet y matemático en el remate a quemarropa.
Aún tuvo suerte el Barça de irse al descanso con el empate, salvado por Ter Stegen… Pero dejando claro que la noche iba a ser aún más trágica.
IMPOTENCIA
Una mano salvadora del meta alemán apenas comenzar la segunda mitad fue el aviso de la que se le venía encima al Barça. Incontrolado en cualquier lugar del campo, convertida la defensa, una noche más, en una pesadilla e invisible en el centro del campo, el PSG cada vez jugó con más comodidad, más adelantado, más feroz y más atrevido…
Hasta que le cayeron de manera casi continuada los dos golpes de gracia. Un centro de Florenzi desde la banda que no pudo rechazar bien Piqué para que Mbappé remachase a placer a los 65 minutos y un cabezazo imperial de Kean a los 70, libre de marca al centro de Paredes, con la defensa mirando, colocaron el 1-3 imposible.
La peor noche de Koeman aún se guardaba otro zarpazo de Mbappé en la recta final para convertir la derrota en pesadilla, en una goleada que nadie quiso imaginar pero que el equipo francés convirtió en realidad.
Ni Messi ni nadie, el Barcelona fue una triste estampa, avasallada por un PSG que hizo lo que quiso, de principio a fin, y le empezó a despedir, de mala manera, de Europa.