Ferran Torres priva al Barcelona de un triunfo

 

(Jordi Blanco, corresponsal Barcelona) — El Barcelona no pasó del empate frente al Napoli en el Camp Nou y deberá ganarse su permanencia continental en el Estadio Diego Armando Maradona, donde hace dos años empató al mismo 1-1 que arrancó este jueves el equipo de Luciano Spalletti en un Camp Nou que mantiene la llama de la esperanza con un equipo que, en crecimiento, sigue falto de contundencia.

Salió vivo el Napoli tras una cómoda primera mitad y un final agobiante, con el Barça volcado y provocando todo el peligro que le faltó mucho antes y con Luuk de Jong, recibido como un héroe cuando entró para el empujón final, convertido, otra vez, en el remedio antisistema.

Se estrelló el Barça contra la fortuna porque en los últimos diez minutos disfrutó de hasta cuatro excelentes ocasiones… Pero evidenció con ello, con ese rush desesperado definitivo, que es un equipo tan en construcción como necesitado de aprender. Quiso pero no pudo, señalado nuevamente por su falta de acierto en el remate y condenado por la fragilidad defensiva. Y con todo ello deberá jugársela en Napoli. A cara o cruz.

REVOLUCIÓN

Retocó Xavi el once, dejando por primera vez esta temporada a Busquets en el banquillo, formando un centro del campo con De Jong, Nico y Pedri, dando el lateral derecho a Mingueza en detrimento de Dest y confiando en el debut de Aubameyang, que formó en ataque junto a Adama y Ferran Torres, incisivo y siempre atrevido el primero y tan fallón como desconcertado el segundo.

Entró revolucionado el Barça al partido, con una presión muy alta y una imagen ambiciosa que obligó al Napoli a echarse atrás, ofreciendo la impresión de repetir la buena imagen que se vio ante el Atlético de Madrid. La ilusión, esperanza, expectación, duró apenas veinte minutos. Un disparo arriba de Pedri y un rechace de Meret a Nico fueron suficientes como para que el equipo italiano le tomase el pulso al partido y respondiera al empuje azulgrana con una cada vez mayor sobriedad.

A la contra avisó Osimehn evitando el gol Ter Stegen pero poco después de que Ferran Torres enviase muy desviado un disparo franco que le había facilitado Aubameyang una buena combinación por la banda derecha provocó el pasmo del Camp Nou. Di Lorenzo retrató a Jordi Alba, de mala manera, y cedió el balón a Zielinski, quien remató tan duro como a placer ante la pasividad de Èric García primero y Piqué, tras el rechace inicial de Ter Stegen, después. 0-1.

A partir de ahí, y hasta el descanso, quiso pero no supo el Barça, estrellado una y otra vez ante la solvencia defensiva y mejor toque de balón de un rival que pudo mantener con toda comodidad su ventaja, provocando unos nervios cada vez más acentuados entre los jugadores azulgranas, que recibieron con alivio el final del primer tiempo.

ORGULLO

Que el Barça es un equipo en construcción y el Napoli un equipo consolidado fue una evidencia a medias. Sabio al cerrar espacios e inteligente al combinar sin impaciencia, el conjunto de Spalletti mantenía controlado el partido. Pero quizá no contó ni con la rabia del Barça… Ni con el VAR.

Volvió al campo con una marcha más acentuada el Barça y con la misma calma el Napoli, que fue apagando incendios con sobriedad, confiando en que el paso de los minutos hiciera mella en el ánimo azulgrana, un equipo que ya ha dado muestras de tanta fragilidad defensiva como mental. Pero la fortuna y el ojo clínico del VAR cambiaron el argumentario del choque.

Un centro de Adama que acaba en manos de Meret. Todo normal… Hasta que medio minuto después el árbitro para el juego y se va a ver la pantalla. Resulta que al centrar Adama Juan Jesús rozó/desvió el balón lo justo como para ser penalti, a pesar de la incredulidad de los jugadores del Napoli.

Magnífico en el lanzamiento Ferran Torres, 1-1 y media hora por delante, con el Barça enchufado, el público entregado y la duda de si el equipo de Xavi sería capaz de llevarse la victoria, aunque fuera mínima.

Le dio otra marcha Xavi con la entrada de Dembélé, Gavi y Busquets para atenazar al Napoli, lo que de entrada provocó la repulsa general contra el extremo francés, que duró pocos minutos, y más allá un mayor empuje azulgrana, faclitado por el carácter cada vez más conservador de un rival satisfecho, dio a entender, con el empate.

Para aplausos, ovación, la que recibió Luuk de Jong, otra vez recurso de urgencia y última hora para desatascar un partido cada vez más volcado hacia el área napolitana y convirtiéndose el desemboque en un ataque tan desesperado como bestial, repitiendo ocasiones y errores en el remate que acabaron por sentenciar el empate final. Y dejar la eliminaoria abierta

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